Un sismo de magnitud similar hoy podría retrasar el desarrollo del país hasta 15 años. La Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros insta a la planificación y prevención y que mejor marco que este año 2025 que se cumplen 49 años de aquel fatirico día. Este tuvo una magnitud de 7.6 en la escala de Richter, dejando más de 75,000 heridos y cobró la vida de 24,000 guatemaltecos.

En ese entonces, la tragedia golpeó duramente a una población de 6.2 millones de personas, dejando sin hogar a uno de cada cinco ciudadanos, destruyendo el 80% de la red hospitalaria y afectando el 65% de las escuelas. Las pérdidas económicas superaron el 27% del PIB. Hoy, con una población que supera los 17 millones y un crecimiento exponencial en infraestructura.

Los expertos advierten que un sismo de magnitud similar podría generar pérdidas de al menos el 15% del PIB en daños a la infraestructura pública, además de consecuencias económicas incalculables y la posible pérdida de miles de vidas. El impacto podría retrasar el Índice de Desarrollo Humano del país entre 10 y 15 años.

A casi medio siglo de esta tragedia, Guatemala aún enfrenta un reto crucial: la planificación y preparación ante un nuevo terremoto de gran magnitud o de otros desastres naturales, derivados de la ubicación geográfica del país. Por ello, la Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros (AGIS) hace un llamado a las autoridades para priorizar un diálogo estratégico y la formulación de un plan integral de prevención y respuesta ante desastres.

El pasado nos enseñó el costo de la falta de previsión. Hoy, las decisiones que tomemos definirán el futuro de nuestro país. No podemos esperar a que la historia se repita. La prevención no es una opción, es una necesidad inaplazable. Para lograrlo, es fundamental el trabajo conjunto entre el sector público y privado, uniendo esfuerzos, recursos y conocimiento para construir un país más resiliente y preparado ante los desastres naturales.