El cautiverio de Nuestra Señora de los Pobres y su nombramiento como «Patrona Jurada de Armas del Reino de Guatemala» son una de las historias de nuestra tradición, esta se desarrolla en la época de la colonia, donde las cosas eran diferentes, en aquellos días el Estado y la Iglesia Católica eran prácticamente un solo ente, aunque mantenían profundas diferencias.
Según Don J. Joaquín Pardo, en su libro Efemérides de Antigua Guatemala,1541/1779, en ese tiempo existía una notable disputa dentro de la capitanía general. En el contexto de una tensa situación política y religiosa, el síndico del Ayuntamiento, ante la cercanía de la Semana Santa, solicitó el 6 de abril la suspensión de los actos religiosos.
Esto llevó a que ese año no se realizaran procesiones. Sin embargo, la llegada al trono del rey Felipe V en 1701 trajo estabilidad política a los Reinos de España, marcando un cambio en las dinámicas de poder. El 28 de agosto de 1717, el volcán de Fuego sorprendió a los habitantes de Santiago con explosiones y llamas que iluminaban la capital colonial.
Para el 30 de agosto, la actividad volcánica había aumentado de manera alarmante, con ríos de lava y lluvia de ceniza que aterrorizaban a la población. En respuesta a esta emergencia, el Ayuntamiento organizó una procesión de rogativa el 3 de septiembre, en la cual el Santo Cristo de los Reyes y la Virgen del Socorro fueron declarados patronos jurados para proteger la ciudad.
Sin embargo, la tranquilidad duró poco, pues el 29 de septiembre un devastador terremoto destruyó gran parte de la ciudad, obligando a las autoridades a considerar seriamente el traslado de la capital a un lugar más seguro. En medio de este contexto de calamidades, surgió el papel de la Virgen de los Pobres como figura clave en la vida religiosa y social de la época.
Durante los desastres naturales, las autoridades y el pueblo acostumbraban organizar procesiones con imágenes religiosas para implorar la cesación de las calamidades. Según Don Agustín Mencos Franco en sus Crónicas de la Antigua Guatemala, se suscitó un intenso debate entre el arzobispo, los franciscanos, quienes deducían porque fuera Nuestra Señora de los Pobres la imagen que fuera procesionada y los dominicos.
Ellos abogaban porque la Virgen del Rosario presidiera las rogativas. Finalmente, prevaleció la decisión del arzobispo, y el 19 de septiembre de 1717 se llevó a cabo una procesión penitencial, conocida como de “sangre”, encabezada por los hermanos de la Tercera Orden de San Francisco y seguida por penitentes, autoridades del Ayuntamiento, y las andas de la Virgen de los Pobres.
La procesión, aunque solemne, terminó en un episodio caótico, frustrados por no haber conseguido sacar a su patrona, los dominicos recurrieron a la Real Audiencia, lo que derivó en enfrentamientos y arrestos al final del cortejo. A la mañana siguiente, el pueblo despertó consternado al ver que las andas de la Virgen de los Pobres, junto con numerosos fieles, habían pasado la noche en los calabozos de la Real Audiencia.
Al poco tiempo, la Santísima Virgen es liberada y como acto de desagravio y reconciliación, se declaró a Nuestra Señora de los Pobres como «Patrona Jurada de Armas del Reino de Guatemala», el cortejo prosecional que se desarrolla el segundo finde semana de enero es uno de los más importantes de Guatemala y de un gran valor histórico.